PUEBLO JUDÍO

   
   El nacimiento del pueblo judío o hebreo, se debate entre la leyenda y la realidad; es decir, entre lo que nos dicen los textos sagrados (el Pentateuco o Torá) y la historia. Con toda seguridad comenzó siendo un clan mitad nómada mitad sedentario, pero que pronto desarrolló un gran peculiaridad, el culto monoteísta, y que se configurara como una raza-religión, a la que solo se podía acceder mediante el nacimiento en el grupo. Tal vez por esa condición no pudo ensancharse territorialmente, aunque la situación geográfica (cruce de caminos) les hiciera ser presa fácil de las potencias vecinas, como Asiria, Babilonia, Egipto y Grecia. Fueron varias veces conquistados, deportados y esclavizados. Su gran nivel cultural y formativo hizo que varios de sus miembros fueran  nombrados consejeros y escribanos  de gobernantes foráneos.

   Dispusieron de líderes religiosos que fueron referentes morales (los profetas) y sabios gobernantes llamados jueces, que lograron una gran cohesión social; hasta Alejandro Magno elogió su organización, que se basaba en doce tribus (los hijos de Jacob). Tuvo su momento de auge con los reinados de David y Salomón, pero  después se produjo la escisión, al norte el reino de Israel y al sur el de Judá.

   Desde muy antiguo sus profetas venían anunciando la venida de un Mesías, un líder con el que conseguirían la supremacía sobre los vecinos. Pero todo cambia con la invasión de los romanos: Con esta tesitura aparecen dos grupos guerrilleros, los celotes y los sicarios, que pretenden expulsar a los invasores, provocan varias revueltas y se refugian en fortificaciones estratégicas, mas el inexorable potencial de las legiones romanas los aplastan y son deportados, formando el enésimo éxodo y la mayor diáspora.

   Una aparición va a tener vital importancia a largo plazo en el devenir del pueblo judío, Jesucristo y el cristianismo. Alguien de los suyos, raro, místico, hereje y aparente perdedor, molesta a los pudientes judíos y es eliminado. Esos desviados (cristianos) llegan a tener tanto poder que van a marginar a sus predecesores (hebreos), léase la España de los Reyes Católicos, léase el nazismo. Al menos los gobiernos británico y estadounidense se compadecieron de la masacre sufrida por los judíos en la II Guerra mundial y les permitieron formar un estado libre en una parte de Palestina a costa de muchos musulmanes  que allí vivían. Cierto que muchos de los judíos que allí se establecieron, formaron el más puro comunismo, los Kibuts, una colectivización de propiedad y de esfuerzo, que les hizo  superar la dificultad del que empieza). Y ahí se desató el caos, el odio, la guerra crónica, en la que, como siempre, el más débil pierde (los palestinos). Pero ¿Hasta cuándo? No hay nada eterno, ni poderoso que no caiga alguna vez. Sería deseable que surgiera un poder moral y cogiese a ambos contendientes por las orejas, como a niños malos, les diese un cachete a cada uno y los dejase jugando tranquilamente.

  La utopía no existe, pero si no se creyese en ella, ni se luchase  por conseguirla, la humanidad no existiría.

 

Honorino Joaquín Martínez Bernardo