La noble burrada

Por Eugenio Miguélez Rodríguez

Una conversación eventual en la clase de Biología adquirió tanto interés para los alumnos que se acordó incluir en el inminente viaje de estudios la visita a un zoológico, para poder contemplar la estampa de un burro. En poco tiempo su figura había pasado desde ser una estampa simpática y entrañable a ser imagen de un animal en peligro de extinción.

Tras la visita, al retirarse del establo del burro, los excursionistas se declararon satisfechos por haber conocido a un animal que tanta literatura había originado. La rapidísima evolución de la tracción mecánica había dejado a históricos y entrañables animales domésticos fuera de actividad y la filosofía materialista los declaraba inútiles. Su destino, la aniquilación.

Siguiendo una insinuación del profesor de Lengua, Felipe se dejó llevar por su sensibilidad y se ayudó de su dominio de la redacción. Cuando, al día siguiente, volvió a clase, ya traía un papel en el que "El camión del pobre" (como él llamó al asno visitado) nos muestra la gloria de su árbol genealógico.

Todo arranca del Portal de Belén. Después de aquel episodio, ha habido muchos asnos ilustres; pero casi todos antepasados de nuestro asno informador. Y es que han estado presentes casi siempre que había algún motivo de gloria que apropiarse para la familia.

Esto escribió "El camión del pobre"

"En la historia de mis antepasados ha habido tal cantidad y variedad de episodios que la polémica la ha acompañado continuamente. La primera discusión se produce ya con la propia presencia de nuestro fundador en el Portal de Belén. Afecta, por tanto, a la raíz más profunda y fundamental de toda la historia familiar. Unos historiadores aseguran que el animal que compartió con el buey la honra de la calefacción del Niño Jesús fue una mula. Pero otros autores, entre los que figuran los historiadores de mi familia, defienden que era un asno. El argumento más consistente a favor del burro es que Dios no hubiera permitido que un ser impuro (o mixto) hubiera sido el que contaminara con su aliento la delicada piel del hombre más perfecto que pueda existir. Podría haber sido un caballo o un burro, pero no la mula, que es engendrada por padres de raza diferente.

"Por su autobiografía conocemos que tuvo que educar al buey para que echara el aliento sobre el Niño, pues el baboso rumiante llenaba con sus babas el cuerpecito del pequeñín. También es verdad que la Virgen María en cuanto las tocaba, las transformaba en agua caliente para bañarlo.

"Mi antepasado no tuvo inconveniente en confesar que engañó al dueño del establo y a San José, si bien fue con la mejor intención. El engaño consistió en intercambiarles su respectivo asno. Aunque normalmente se representa a José y María pidiendo posada en Belén en compañía de un asno, la Sagrada Familia llegó a Belén sin burro porque no lo tenía. Se lo regalaron los pastores al Niño. El dueño del establo era también el dueño de mi primitivo pariente, pero ni lo necesitaba, ni le daba casi de comer, ni le mandaba hacer ningún trabajo. No sabía ni que lo tenía. Así que no notaría el cambio.

"Al ver que los pastores le presentaban a José un esqueleto cubierto por una piel de asno, se propuso quedarse él para ayudar a aquella familia. Cuando se empezaron a preparar para volver a Nazaret, se fue a buscar al burro al pastizal donde lo había dejado. Antes de traerlo, se pintó él de amarillo el trozo de su propia piel, como la tenía el otro burro. Así que su antiguo amo se quedó con el burro viejo y el camino hacia Nazaret lo realizó mi antepasado. Allí prestó a los nuevos amos toda la ayuda que le solicitaron para el transporte de las personas, así como el acarreo de agua y de la madera que necesitaba José en su taller de carpintería.

"No pudo por menos de enorgullecerse por haber sido un instrumento eficacísimo para que la Sagrada Familia pudiera realizar los viajes de ida y vuelta a Egipto, huyendo de la persecución de Herodes. En su libro relató algunos detalles, como el de aquel día en que se escondieron en una pequeña cueva para no ser vistos. Apenas estuvieron dentro, llegó un soldado a investigar y recibió tal coz en la boca que se le saltaron la mitad de sus muelas. Cuando llegó el compañero y quiso mirar dentro de la cueva, el primero le dijo:

-"A quien entra ahí, una piedra le da un golpe en la boca y lo deja sin muelas.

"Respetuosamente, insinuó a la Virgen que realizara el milagro de hacerlos invisibles, pues Dios no quería que fueran capturados. Pero ella le contestó que los milagros no se deben hacer en provecho propio, sino de los demás.

"Todavía le cabe a este iniciador de la saga de "La noble burrada" haber sido el abuelo de aquel pollino que utilizó Jesús par, entrar en Jerusalén el Domingo de Ramos. La madre de ese pollino era, precisamente, su propia hija, que acompañaba al pequeño burrito, el día en que Jesús mandó a sus discípulos a buscarlo.

"Nadie había montado antes a este pollino, y nadie lo debería montar en adelante. Por eso su dueño lo destinó a procrear, trabajo que realizó muy cumplida y satisfactoriamente.

"En la historia de la saga de "La noble burrada", nos encontramos ahora con una crisis de verdades contrastadas en la línea genealógica, por culpa de dos circunstancias. La primera es la enorme proliferación de borriquillos, miembros familiares que originó el asnillo de la Procesión de Ramos y que se dispersaron, al menos, por toda Palestina. Y la segunda circunstancia es la llegada de los siglos oscuros, que pasan en confuso tropel, que también en este campo de la Historia forman la llamad Edad Media. A pesar de todo, hay indicios suficientes par poder afirmar que no se ha perdido el hilo que conduce desde el Establo de Belén hasta mi humilde entrada en escena.

"Pasada la Edad Media, el primer burro prócer que aparece e Rucio, el burro de Sancho Panza, que tanta capacidad demostró para fundirse en cuerpo y alma con su dueño, de quien fue también el mejor consejero.

"Pero hoy dejaremos mi información aquí, mi querido Felipe. Yo no tengo inconveniente en charlar otro día contigo, pues eres un buen confidente y buen anfitrión, que nos ha recibido sin dudar ni un momento de la veracidad de mi narración."