CONCORDATO
La palabra concordato viene del latín concordare que significa convenir, acordar; y esta palabra de las raíces cor-cordis, corazón y dato que significa dado. Es decir, dado con el corazón.
Sin embargo ha venido a entender el acuerdo entre el poder político y el poder religioso, más concretamente, el Vaticano. Se fundamenta en que el poder político sostiene económicamente a la jerarquía y sus templos, y ésta realiza la labor evangelizadora y de culto. Cierto que los "súbditos" de ambas entidades son los mismos y que discernir competencias y actuaciones no es nada fácil. Pero si hay algo nada evangélico es la seguridad económica de los predicadores de la buena nueva. Jesucristo envió a sus discípulos a predicar exhortándoles a no llevar ropa de repuesto y que recibiesen lo imprescindible de las gentes sencillas a quienes llevasen el "mensaje".
Por todo ello, ese acuerdo entre poderosos está viciado; pues los hace estar subyugados el uno con el otro y faltos de libertad e independencia.
¿Cómo un auténtico poder moral, que debieran tener los seguidores del más grande hombre entre los grandes, puede censurar y reprobar las injustas acciones de un dirigente público que le proporciona su bienestar material?. Y a la inversa, ¿cómo un directivo político va a criticar la inmoralidad de un jerarca religioso que le proporciona su bendición?.
Abogo porque el poder político rebaje los impuestos a los ciudadanos, y que cada fiel(es) contribuyan al sostenimiento del culto y sus sacerdotes, imanes, rabinos, etc.
La asignatura de Religión debería impartirse en la parroquia o en la casa social de cada partido político. De esta forma se evitarían forzados adoctrinamientos y alguna que otra frustración.
Es crítica constructiva decir que la política, como decían los antiguos clásicos, es el arte de lo posible; y la mejor ideología es obrar con justicia y honradez. La religión, dice Émile Durkheim, es el culto a la sociedad; y el mejor ritual es practicar conductas sinceras y altruistas.
Honorino Joaquín Martínez Bernardo