EL NUEVO LOCAL DEL PUEBLO
Decimos adiós al viejo salón (palabra que nunca me gustó por sonar muy peliculera). Pero siempre nos quedarán los buenos ratos pasados en él.
Fue un recinto pionero en la zona; acogió asambleas de campesinos, lugar de fiestas (cuando las inclemencias del tiempo impedían celebrarlas fuera); fue guateque juvenil, muchas despedidas de año allí se celebraron, incluso una temperada fue recinto religioso. Pero sobre todo destacaría las actividades culturales (teatro, conferencias y jornadas culturales); aquí quiero recordar la estupenda labor teatral que desempeñaron Yolanda y Ramiro con los chiquillos. Tampoco olvidaré lo que el añorado Eugenio me dijo en una ocasión: “Siempre hay que mantener el rescoldo de las actividades culturales, de vez en cuando alguna gran llamarada de actividades, pero el rescoldo siempre vivo”. Y de seguro que con este renovado local lo vamos a conseguir; pues el escenario se ha ensanchado, y al bajar el nivel de la sala, la visibilidad es óptima; me da la sensación de que estuviéramos en otro edificio distinto, más pequeño, lógico; pero más cálido con el suelo de parquet, y desde luego más acogedor.
Con la eliminación de la barrera arquitectónica, de seguro que hubiera sido del agrado del querido maestro Recaredo, cuando en las asambleas de la cooperativa y de la Junta Vecinal, de las cuales era secretario, tenía que ser ayudado a subir la, para él, penosa escalera.
Siempre pensé que necesitaba un arreglo como el que se ha hecho; pero ni en mis mejores sueños lo hubiera visto mejor.
Y desde luego que seguirá siendo el local del Concejo, será lugar donde se hará la política local. Para los grecolatinos política era el arte de lo posible; por ello siento que será una sala para la democracia; lugar de diálogo antes que de discusión; lugar de encuentro de proyectos y no de oposición de ideas; donde el comentario en corrillo se oiga en toda la asamblea y donde una palabra dicha con más volumen no tenga más valor que otra dicha en tono sosegado.
Larga vida al Local del Pueblo.
Marzo, 2011
Honorino Joaquín