Contando estrellas
¡Qué difícil explicar lo que se puede
llegar a sentir en un pueblo como el nuestro, como Santibáñez de la Isla !
¿Realmente alguien podría? Lo dudo, pero aunque al fin y al cabo no somos
nadie, bien podemos todos dejarnos llevar, aunque sea por sólo un momento.
Sí, dejarnos llevar por una noche de verano, de esas en
las que nos tumbamos en el campo de fútbol por cualquier insignificante motivo
y acabamos contemplando las estrellas embobados. ¿Se puede sentir mayor
plenitud ? Quizás paseando cerca del río, o yendo a los bancos (¿columpios?)
del parque, o escuchando música en el local, o en casa preparándonos para salir
de fiesta, cuando nos proponemos estar más en casa con la familia, cuando
decimos “buenos días” a un abuelo/a
pensando que siempre será así y que nada cambiará...
Ojalá se convirtiera en un ciclo que nunca cambiase. A veces me pregunto
si esto podría llegar a cansar. Seguramente sí, aunque creo que me lo seguiré
preguntando el resto de mi vida. Al fin y al cabo somos parte de este planeta,
no hace falta conquistarlo. Lo importante es no olvidar y saber aprender.
Todo esto no haría falta, o tal vez sí, para intentar expresar una parte
de la felicidad que produce poder sentir que a pesar de todo, Santibáñez está
ahí, aquí y con nosotros en cualquier parte del mundo. Porque nosotros somos
realistas, pedimos lo imposible.
Se podrían decir tantas cosas, ¿ no es bonito reencontrarte con gente
con la que en otras situaciones jamás congeniarías y además sentirte como en
casa ? Cada lugar, cada instante, cada conversación, todo increíblemente único.
Sinceramente, algo así no sé cómo terminarlo. Así que recurriré a una
cita, otra vez más:
“Muy frecuentemente las lágrimas son la
última sonrisa del amor”
“ El amor es niebla de suspiros hechos
humo” (William Shakespeare)
Sofía Fernández Monge
24 de abril,2003