C O M U N I Ó N
  

   Son varias las acepciones de la palabra comunión:

-          Comunicación de unas personas con otras.

-          Congregación o común unión de personas que profesan una religion.

-          Recibir los fieles católicos el sacramento de la eucaristía, la hostia consagrada por un sacerdote.
 

      En la Santa Cena Jesucristo mandó que se perpetuara su memoria compartiendo el pan y el vino, alimentos cotidianos de la dieta mediterránea, que simbolizaban su cuerpo y su sangre. Al principio después del acto litúrgico se celebraba una cena entre los asistentes, lo que derivó en que algunos terminasen ebrios, de ahí que se pasase a la prohibición de comer desde la medianoche anterior hasta el momento de la eucaristía.
 

   Jesucristo no dijo quién tenía que realizar el reparto del pan y el vino, no instauró jerarquías ni líderes, señaló que reuniéndose dos o más en su nombre, Él estaría con ellos. También que el más grande en el Reino de los Cielos era un niño.
 

   Siempre he observado que los fieles varones acuden con menor frecuencia y en menor número a recibir la comunión, y no por ello son ni peores ni mejores que las mujeres. El catecismo ordena que se debe comulgar al menos una vez por Pascua florida, entonces ¿qué aporta la comunión de los otros 364 días ? No creo que a nadie se le expulse del acto litúrgico de la misa por no comulgar; ni que haya dos clases de fieles: los que comulgan y los que no lo hacen.
 

   No estoy en contra de la liturgia, pero no creo que sean más importantes los rituales que las conductas honradas, justas y sinceras. Lo que pasa es que el clero se cree imprescindible y poderoso, claro, convertir el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesucristo les hace transcendentales, consiguen algo “mágico”.
 

    En el fondo se asemejan a los rabinos de hace dos mil años que atendían más a las normas que a las obras.
 

   Recuerdo la antigua tradición de dar el pan bendito a la salida de la misa los domingos. El día anterior compraban una hogaza de pan apretado, y durante la misa un hombre se encargaba de partirlo en trozos pequeños, el cura lo bendecía y después era repartido. Eso podría servir de recuerdo de la última Cena, no hace falta algo sobrenatural, pues eso no existe. Hoy la normativa impide por ejemplo que se use pan sin gluten, adaptado a los celíacos, y el vino tiene que llevar alcohol, cuando sabemos que hay alcohólicos entre los sacerdotes, y en algunos lugares del mundo no tienen tradición de producer vino.
 

  Vuelvo a repetir: no estoy en contra del mensaje, si no a favor de la auténtica puesta en práctica del mismo.

 

Honorino Joaquín Martínez Bernardo