G U E R R A

 
    La etimología de guerra es werra del germánico y quiere decir querella.

   Aunque el dios romano de la guerra es Marte (Ares en la mitología griega), la diosa romana de la guerra  también es Belona que ha dado origen a varias palabras, como por ejemplo bélico.

   Las confrontaciones armadas, por desgracia, son consustanciales al ser humano y derivan  de las agresiones de nuestros ancestros animales, solo que estos no tenían ni tienen capacidad mortífera.

   Las causas de las guerras son muchas, entre ellas la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira y hasta la lujuria, o mejor, en ocasiones, la competencia por conseguir pareja y prole.

   Frase lapidaria y verídica es la que dice: la Guerra la ejecutan jóvenes que no se conocen ni se odian, por decisión de viejos que se conocen y se odian.

 Si es cierto que un exceso de testosterona masculina es proclive a crear tensión, pero algunas veces las mujeres han sembrado cizaña que ha terminado en tragedia.

   Siempre se dice que la única guerra justa es la defensiva, aunque en las situaciones en las que un contrario asedia, roba, molesta reiteradamente y provoca, habría que reflexionar.

   Se dice que la Guerra es el origen de todos los males. Al israelita rey David, que había ofendido a Yahvé, este le dio a escoger como castigo entre la guerra, el hambre o la peste; David escogió la peste, pues sabía que era la última de  la secuencia encadenada de las otras dos.

   Jesucristo en el monte de las Bienaventuranzas nos dice: bienaventurados los mansos (apacibles y sosegados) y bienaventurados los pacíficos porque ellos poseerán la tierra; y cierto que sin ellos la humanidad se hubiese autodestruido.

   Conocida es  otra frase evangélica: se alzará pueblo contra pueblo, señalando que la guerra es de imposible erradicación.

   En otra ocasión dice metafóricamente: He venido a traer fuego al mundo y ojalá esté ardiendo, pero por afabilidad y cordialidad; más adelante comenta: El hijo estará enfrentado al padre, la nuera contra la suegra; con eso daba a entender que a veces habría tensiones.

   Lo que categóricamente desaprobó fue la ley del Talión, es decir el ojo por ojo y diente por diente; y nos mostró algo totalmente novedoso: Si te dan una bofetada pon la otra mejilla; sorprendente, chocante y difícil de entender, pero que ha supuesto un pegamento social imprescindible, una enseñanza sin la cual ahora mismo no existiríamos.

   Se dice, y con bastante razón, que todas las guerras son económicas, sin embargo las denominadas guerras santas,  son las más repudiadas, no creo que tengan esa intención; se generan porque existe “el otro”, y no piensa ni se comporta como nosotros, y eso no sé el por qué, molesta; se pueden incluir en estas las trifulcas de bandas callejeras, barriobajeras, las de los fanáticos rivales futbolísticos; son las guerras de la sinrazón, las de la ofuscación y las del absoluto menosprecio.

   Remedando al Hijo de María y el Carpintero diré: Las fuerzas del odio nunca prevalecerán sobre las de la Cordialidad, la Ternura, la Solidaridad y la Fraternidad.

 

Honorino Joaquín Martínez Bernardo