LA  MENTIRA  Y  LA  AVARICIA
  

    Nacieron gemelas y bastardas sembrando cizaña, discordia y egoísmo; y ahora a la mentira la llaman “media verdad”, ni siquiera “media mentira”, cuando en realidad es “mentira absoluta y superlativa”. La avaricia es la apropiación indebida y la rapiña exacerbada.

    Me quedó vivamente grabado el pasaje bíblico, que oí en una catequesis vespertina del mes de mayo, al terminar la jornada escolar, y que relataba la terrible usurpación, por parte de la reina Jezabel, de la viña de Nabot, quien no quería venderla, y al que acusaron de blasfemo y traidor, por medio de falsos testigos sobornados por la reina, y al que ajusticiaron.

    Hoy en día la mentira no produce el menor sonrojo, y máxime contando con la lenta y farragosa justicia. El remordimiento de conciencia es algo que se ignora y que se despacha con arrogancia y displicencia. La moralidad está en horas bajas, la ley no entra en esos temas, te dicen con todo desprecio.

    Hoy faltan autoridades morales, ese profeta Elías que reproche y amoneste a Jezabel, anunciándole que su cuerpo será pasto de los perros. Si, como decía alguien de broma: Hoy el infierno quema menos que antes. De acuerdo con lo que dice Sta. Teresa o el autor del famoso y conocido soneto: No hace falta el Cielo querido ni el infierno temido para amar y honrar; pero hace falta un conjunto de ciudadanos, una humanidad que desacredite y no ría las gracias al mentiroso, avaro y corrupto.

    Se dice que se atrapa entes a un mentiroso que a un cojo; pero hoy la mentira es muy rápida, sobre todo porque hay crédulos que la propagan sin cerciorarse antes de reenviar.

    Hoy hablar claro y diáfano es costoso, por la misma denuncia y por las amenazas psíquicas y físicas. No olvidemos que el profeta Elías fue ajusticiado por el rey Ajab, marido de Jezabel. Pero como dice el evangelio: No habrá secreto que no llegue a revelarse. La verdad siempre saldrá a la luz; se dirá que para algunos llega tarde. Los mártires siempre fueron y serán semilla de nuevos creyentes.
 

Honorino Joaquín Martínez Bernardo