P UE B L O  E L E G I D O
 

   Todos sabemos que, en el sentido religioso, el pueblo elegido por Dios es el pueblo israelita; tanto es así, que el nieto de Abraham (padre de todos los creyentes ) Jacob fue llamado por Dios Israel.

   Fue Abraham, padre de los pueblos judío, islamita y cristiano; quien se asentó en Canaán o Hebrón, que después pasó a llamarse Palestina, que viene de la palabra Falastin (pueblo de los filisteos). Ha sido éste un pueblo orgulloso de su Dios (único que era monoteísta), sus creencias, su organización, sus costumbres, leyes, historia, y su cohesión social; cierto que en su época de reino sufrió la división en los reinos de Israel y Judá.

   A pesar de las continuas invasiones y deportaciones, siempre mantuvo su arraigo. Su territorio fue cruce de caminos entre África, Asia y Europa. Ni su diáspora, a partir de su derrota contra los romanos, ni las expulsiones, p. e. de España, ni los pogromos de Rusia, ni el genocidio nazi, han conseguido minarlos. Su tesón y perseverancia les han hecho ser unos auténticos supervivientes.

    Y eso que no practican el proselitismo, su religión es su raza, solo pertenecen por nacimiento, rara vez aceptan a extranjeros en su comunidad, y, por contra, desprecian y marginan a los suyos que cambian de credo.

   Sin embargo creo que este pueblo elegido tiene un paralelismo en el pueblo español. Los dos territorios están en los extremos del mítico mar Mediterráneo. España también sufrió varias invasiones y hasta cierta colonización económica, léase Gran Bretaña y Estados Unidos. Ambos pueblos tuvieron su auge como reino con sus parejas de reyes míticos (David-Salomón, Carlos I-Felipe II). Pueblos en suma religiosos y místicos; Israel venera a sus profetas: Moisés, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; mientras España tiene a sus conspicuos santos: Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola, Domingo de Guzmán y Francisco Javier.

   Se diría que ahora es España el eje y cruce de caminos de los cinco continentes, y, curiosamente, mantuvo colonias en todos ellos.

   No sería nada raro que de este nuevo pueblo elegido surgiera una nueva autoridad moral que llegue a ser el referente y modelo de conducta para esta nueva y atrayente humanidad que busca nuevas fronteras y nuevos retos.   

 

Honorino Joaquín Martínez Bernardo