T E O L O G Í A
  

    Etimológicamente Teología significa tratado de Dios, y más concretamente hablar de sus atributos y perfecciones.

    No pretendo hacer un tratado elocuente y profundo. La Teología tuvo su importancia, fue adaptativa, pero ya no lo es. Sus conceptos y dogmas no pueden ser demostrados por la experimentación. Todo se basa en la revelación. Sin embargo, esta revelación solo ofrece algo etéreo, una sugestión, a veces positiva, y a veces provocando miedo.

    La Teología bebió de la filosofía griega, como por ejemplo, la adaptación de las ideas de Platón al alma, o el primer motor inmóvil y la primera causa no causada de Aristóteles, que llevó a Sto. Tomás de Aquino a formular las vías para demostrar la existencia de Dios.

    El desconocimiento por parte del hombre de los fenómenos naturales y de lo que haya después de la muerte, lo rellena el hombre con teorías para salir del paso. Los conceptos de Dios, alma, cielo, infierno, son teorías, constructos para podernos entender, comunicar y asimilar la naturaleza, el universo, los sentimientos, las emociones. Sí, es tremendamente duro pensar que somos algo y que seremos después ausencia total de estímulos. Necesitamos agarrarnos a algo fijo y estable; pero la conciencia de saber que somos una humanidad que perdurará eternamente, hay infinitos planetas en el infinito universo, que podemos labrarnos una vida plena de honestidad, nos debe hacer sentirnos importantes y merecedores de una memoria y recuerdo imborrables.

    Tal vez me considero pragmático y poco teórico. No desprecio el conocimiento ni el saber, y doy alguna importancia a la competitividad, pero hay algo más, como lo innato, conductas que realizamos y no sabemos cómo las hemos adquirido, ni explicarlas. Debemos alcanzar un conocimiento social, que desembocará en beneficio colectivo. Los egoísmos nunca vencerán a las obras solidarias. Hay vidas ejemplares, autoridades morales, personas con una existencia humilde y sencilla, y carentes de titulaciones académicas y currículos brillantes, pero con una honestidad y ejemplaridad dignas de la mayor admiración e imitación.

 

Honorino Joaquín Martínez Bernardo