UNÁMONOS


   Unámonos los que estamos cansados, decaídos, deprimidos, hastiados, agobiados, que juntos nos aliviaremos, animaremos, levantaremos, ilusionaremos y entusiasmaremos.

   Es ya el tiempo, la hora del cambio, imperceptible, pero real, palpable, cierto y contrastado. Es el punto de inflexión de la curva de la humanidad. Quedan atrás la injusticia, la avaricia, el egoísmo, la soberbia, la envidia, el hedonismo y la frivolidad.

  Llega el momento de pensar en positivo y con optimismo, de ponerse en el lugar del otro. Somos células de un mismo organismo y no viviremos nunca fuera de la unidad, “estar unidos no es estar juntos, es HACER ALGO JUNTOS”, es la alegría, la vitalidad, la esperanza y la convicción en lo bello, lo bondadoso, lo compartido, lo participativo y lo valiente.

   Se termina la tiranía y la opresión del más fuerte, del ego y de la mentira.

   La verdad, la sinceridad, la justicia, la autenticidad y la solidaridad forman el gobierno del AMOR, la EMPATÍA, y la AYUDA. Es el constatar de que si más doy, más tengo, que nunca se termina la cordial reciprocidad, que somos imanes que atraemos lo bueno y repelemos lo malo.

   La verdad nos hará libres, dijo Jesucristo; y ahora diría: La eliminación del miedo nos excarcelará, y seremos sanos y felices.

   Se terminó la competitividad, la fanfarronería, la vanidad, el yo valgo más, yo me apropio de más y yo dispongo a mi antojo quien disfruta y quien sufre. Y ni las amenazas, ni la tortura, ni el homicidio conseguirán detenernos. Un remordimiento de conciencia es un lastre que entorpecerá al poderoso. Una clara conciencia es un valor y una virtud que ensancha, libera, contagia, da ejemplo, alegría, tranquilidad, sosiego, serenidad, placidez, emoción y éxtasis.

  Todo esto es posible y se está produciendo; como decía el poeta libanés Jhalil Gibrán: Lo que los cielos han bendecido, nadie lo puede castigar. Lo que el amor ha unido, nadie lo puede separar. Y lo que la eternidad ha deseado, nadie lo puede cambiar. ¿Qué desea la eternidad? El complejísimo orden, la belleza, la bondad y la armonía del tiempo y el espacio; no se pueden romper estos dos vectores, pueden ser elásticos, pero no quebrarse. El caos solo es aparente, un solo paso hacia el nuevo orden, un paso previo a la VIDA.

    Volvió la LUZ, se apagó la oscuridad.

 


Honorino Joaquín Martínez Bernardo