VAMOS A EXTRAÑAR A LAURENTINO

 

 

.-Fue un buen compañero. Siempre prudente en el hablar, Fiel a Dios y a la Congregación del Santísimo Redentor.

 

.-Constante en sus ejercicios físicos que consistían en caminar por las calles, en visitar iglesias para admirar su arte y para visitar a Jesús Sacramentado.

 

.-Su paseo predilecto fue el zócalo tan hermoso que tiene esta ciudad de Puebla. Se sentaba en alguna de esas bancas metálicas, para ver pasar esos ríos de gente que se mueven en las calles del centro y que van a desembocar al zócalo.

 

.-Le gustaban esas bancas que están junto a los restaurantes de los portales con mesas a la intemperie para ver a esa multitud bulliciosa charlando y comiendo, lo que le recordaba las mesas al descubierto del paseo de la Castellana de Madrid.

 

.-Iba a la fuente de San Miguel para ver a las plantas del Arcángel a esas demoníacas gárgolas vomitando agua todo el día. Ahí se bañan las palomas, que después en el césped se acicalan las plumas con el pico. Le gustaba ver a los niños jugar con sus globos y alimentar a las palomas con granos de trigo.

 

.-Los domingos iba a reír con los niños ante las ocurrencias de los payasos. Y cuando uno se encontraba con él en la calle, decía sonriendo: “Camino de San Froilán, unos vienen y otros van”. Un dicho de su pueblo Santibáñez de la Isla en León, España.

 

.-Otra banca preferida era la que está enfrente del reloj de la catedral. A veces se quedaba dormido, pero las campanadas del reloj de la catedral se encargaban de despertarlo. Cuando sonaba la una de la tarde, decía: “Ya es hora de ir a casa”. Y regresaba apoyando su bastón, renqueando, pero deteniéndose en los puestos de las revistas para leer los encabezados de los periódicos. Y llegaba puntual para rezar la hora intermedia en la capilla de la comunidad y después comentaba en la comida las noticias que había visto en los encabezados de los periódicos.

 

.-Salía para ver los escaparates de las librerías. Por ser intelectual le atraían los libros.

 

.-Salía para asistir los jueves a los honores a la bandera en el zócalo, cantando el himno nacional. Laurentino amó a México. Muchas veces dijo últimamente que de los 82 años de su vida, 58 los vivió en México y solo 24 en España.

 

.-Asistía los jueves en el zócalo a los conciertos que da ahí la banda sinfónica Municipal. Y cuando en los últimos meses ya no podía ir porque se le dificultaba el caminar, me preguntaba qué tal había estado el concierto, y sonreía cuando le decía que la banda sinfónica había tocado la marcha turca de Mozart, Granada de Agustín Lara y Sheheratzada de Rimsky Korsakov.

 

.-Amaba el jardín de la casa. Era su Betania de reposo. Lo miraba largamente desde la ventana de su cuarto. Y lo bajaba a visitar cada día. Se alegraba de que la jacaranda estuviera creciendo y de que hubiera ya 43 rosas en el esplendor de su belleza.

.-VAMOS A EXTRAÑAR A LAURENTINO, un hombre sencillo, quizá en momentos hasta ingenuo, sin malicia. No se reía de los albures mexicanos porque no los entendía. Había en él un subconsciente de inocencia que pocas veces se ve. No era complicado psicológicamente, y estaba provisto de una gran bondad, que repartía entre quienes le rodeábamos, bondad que repartió a manos llenas sobre todo en el confesionario.

 

.-Y ahora que ha emprendido el viaje hacia el más allá, llevado por los ángeles, se habría encontrado en el camino con otras almas conocidas, y seguro que les habrá dicho, sonriendo: “Camino de San Froilán, unos vienen y otros van”. Y seguro que ya habrá conocido allá en el cielo a San Froilán, un santo del que poco sabemos…

 

.-Y ¿qué significado puede tener ese camino de San Froilán donde unos vienen y otros van?.

 

LOS QUE VIENEN son las almas que por millones son creadas por Dios cada día y que bajan a la tierra. Van destinadas a unirse a minúsculos cuerpecitos en el seno de las madres. En ellas va a aparecer el milagro de la vida. Millones de bulliciosas almas infantiles que caen sobre la tierra como la lluvia fecundante. Esas almas son los que vienen.

 

Y LOS QUE VAN son los que ya terminaron su vida en este mundo. Les pasa lo que a las aves, que dejan en la tierra su cascarón para remontarse a las alturas. El cuerpo de quien se va es llevado al cementerio (palabra que significa dormitorio) en espera de la resurrección y el alma vuela hacia Dios. Esos, también por millones, son los que se van.

 

.-Los últimos años de su vida el P. Laurentino yo no pudo volar a España para visitar a su familia, se lo impidió su estado de salud. Pero sí tuvo que emprender un vuelo al cielo y para ello se estuvo preparando:

 

·        PUNTO DE PARTIDA: La Beneficencia Española de Puebla.

·        DÍA: el 27 de junio del año 2008.

·        FORMA DE VUELO: En una de las invisibles y gigantescas naves espaciales, que vuelan al cielo con la velocidad del pensamiento y cuyos tripulantes son los ángeles.

·        PASAPORTE: Todo está en orden. Hay ahí toda una vida en la que Laurentino Miguélez Rodríguez se olvidó de sí mismo para dedicarse a los demás. Entregó su vida a Dios y le sirvió hasta el final con absoluta fidelidad.

·        BOLETO: Es para viajar en primera clase, ahí donde viajan los consentidos, los predilectos de Dios. La VIRGEN del Perpetuo Socorro quiso acompañar personalmente a Laurentino y para ello mandó que le reservaran en la nave un asiento junto a su misionero. Ella escogió el día del viaje.

·        EQUIPAJE: No es necesario para un viaje come este.

·        DESTINO: El cielo, allá donde todo va a ser alegría porque ahí Dios se revela a cada uno, llenándolo de felicidad y eso para siempre.

 

 

P. RAFAEL CARRERA MUÑOZ

C.S.S.R.