EL NOMBRE
DE LA VERDAD
Honorino J. Martínez Bernardo
Es El nombre de la rosa una de las mejores
novelas que se han escrito. Se puede decir que toca muchos temas: contiene
intriga, terror, lucha por el poder, disputas teológicas y la constante lucha dentro
de la iglesia entre la pobreza material y la pobreza de espíritu; en la Edad
Media, órdenes mendicantes contra órdenes de predicadores.
La obra
refleja muy bien la vida religiosa y monacal del medioevo. Sin embargo, hay una
frase final con la que no coincido del todo. Dice el protagonista Guillermo de
Baskerville a su discípulo Adso: “Huye de los que
mueren por la verdad, provocan muchas muertes, algunas anteriores a la suya
propia”.
Puedo entender
que el autor, Humberto Eco, quiera denostar a los charlatanes y falsos
profetas, que tanto daño han hecho y hacen a la gente
crédula e ingenua. Pero la verdad, por muy compleja que parezca, es sencilla,
clara y evidente. Y la mentira, la falacia, -por muchos adornos, disfraces y
caretas que le pongan, como llamarle posverdad,-
también abunda y es utilizada por el soberbio, el poderoso y el egoísta.
Hay que decir
que existe gente que muere por la verdad, o más bien es asesinada, por no
tolerar la avaricia, la injusticia ni la prepotencia; no pretenden tener afán
de protagonismo, pero no admiten el callar ni mirar hacia otro lado. El padre
de la no violencia, Mahatma Gandhi, que también murió por la verdad, decía:
“Prefiero un violento a un cobarde”.
Es lo que
pretenden los prepotentes, generar miedo, esta es la mejor arma para medrar,
amenazar constantemente; dar la imagen de que ellos procuran el bien común, y
los que critican sus tropelías son unos insociables y antipatriotas.
Gentes que
mueren por la verdad las hay: periodistas, religiosos y algún político; pero la
inmensa mayoría son gentes sencillas y anónimas que para caciques y avarientos
suponen un obstáculo para su poder y negro lucro. Me viene ahora a la memoria
el brasileño Chico Mendes, protector de las tribus indígenas y de la selva
amazónica, a quien terratenientes deforestadores y
contaminadores dirigentes de explotaciones mineras asesinaron por medio de un
sicario.
Estas gentes
nobles y solidarias no quedarán en el olvido, su conducta será perenne ejemplo,
dejan una impronta que será fermento de cohesión social, son enzimas
catalizadoras de acciones humanas positivas y llenas de optimismo. Líderes
morales en suma, libres de ataduras a poderosos pudientes o a engreídos
dignatarios.
Hay algunos
que quieren reescribir la historia (falsearla para su avaricia); otros queremos
protagonizarla fehacientemente para procurar una tierra y una vida dignas a las futuras generaciones.