LA PRIMOGENITURA Y LA
CONCENTRACIÓN PARCELARIA
A primera vista, la palabra se describe a sí misma,
primogenitura: primer engendrado. Aunque no incluye nada de lo que ello acarrea.
Si nos remontamos al Antiguo Testamento, podremos leer cómo el hambriento Esaú vendió, por un plato de lentejas, su derecho de primogenitura a su hermano Jacob, con todas las consecuencias que esta decisión acarreó. Por lo tanto, no estamos descubriendo nada nuevo.
Aunque el sistema del mayorazgo fue extinguido por ley, tanto en el País Vasco como en Cataluña siguieron existiendo procedimientos sucesorios que garantizaban la supervivencia de sus caseríos y de sus masías a través del paso de las generaciones, asignando la propiedad a un único heredero y dificultando su enajenación fuera del tronco familiar. El resto de los herederos eran compensados en la medida de lo posible y, si no, "para curas o para América".
¿Nos imaginamos a la monarquía actual en España repartiendo el reino entre sus herederas? No sería la primera vez que esto ocurre; basta mirar, sin ir más lejos, el inicio de Portugal como estado independiente en la Edad Media.
Todo este preámbulo viene a cuenta de la observación de los planos de la adjudicación provisional de fincas de la actual concentración parcelaria que se está llevando a cabo en nuestra zona en el Canal de Villares. Se ha realizado una "concentración" y, según los resultados, en muchas fincas cuesta imaginar que una máquina tenga espacio para realizar su trabajo. Es cierto que nuestros vecinos agricultores son pragmáticos y se adelantan a la propia concentración unificando las fincas de diferentes propietarios y acaban trabajando fincas de dimensiones razonables.
Si se lee con detenimiento todo el proyecto de concentración (pdf 455 KB), sin presumir de ser un técnico ni un experto en la materia, da la impresión de estar redactado de forma concienzuda y asequible, muy documentado y detallado, aunque haya que navegar entre múltiples pantallas para escudriñar en los datos. ¿Dónde está, entonces, el problema?. Tal vez el criterio a seguir en este tipo de concentraciones no deba ser el mismo que el que se aplica en zonas como el Páramo o Tierra de Campos donde las extensiones de terreno son enormes y, comparadas con ellas, la mayoría de las fincas aquí parecen jardines. Basta mirar ligeramente cualquier plano (polígono 10, pdf 1,58 MB)y observar que, fincas de mil metros cuadrados más o menos, dan a dos caminos por tener que conectarlas a un sistema de riego. Reducida su longitud a la mitad serían el doble de anchas, aunque habría que variar el sistema de conexión de riego.
El otro enfoque del problema está en el sistema de propiedad. Hablar de minifundismo aquí, resulta grande. Estamos hablando de la segunda concentración, y desde la primera, realizada en la segunda mitad de la década de los sesenta del siglo pasado, no han pasado tantos años. Si después de una concentración como la actual, en el reparto de herencias se dividen las fincas, la concentración no dura ni tres generaciones. Es cierto que en la memoria del proyecto se especifica que la superficie mínima de producción es una hectárea, lo que difícilmente podrán cumplir las fincas que no llegan a esa superficie. No sé si esa norma será de carácter obligatorio en el futuro; lo que está claro es que no tiene efecto retroactivo y no puede poner remedio a la situación actual.
Aquí es donde volvemos al principio de este escrito: la primogenitura. Está claro que lo que tenemos que corregir es el sistema de adjudicación de las herencias. Lo que no quiere decir que haya que desheredar a todos los hijos menos a uno. La solución estaría en que solo uno se quede con la propiedad de las fincas y el resto de herederos sean compensados adecuadamente, como se hacía en el sistema de mayorazgos. Claro que el problema se plantea si en la familia no existen bienes suficientes para equilibrar esa compensación. La otra opción sería vender la herencia y repartir del dinero. Difícil dilema. Habría que considerar también el valor sentimental de lo que nos legaron nuestros antepasados.
La Administración también tiene aquí su papel a desempeñar, dando facilidades financieras a jóvenes agricultores para acceder a la propiedad de la tierra y poder establecerse de forma segura en el ámbito rural, sin estar al albur de circunstancias cambiantes. Según los datos de la memoria del proyecto, más del 80% de la superficie cultivada se hace en régimen de arrendamiento. Fijar población requiere algo más que declaraciones de buenas intenciones. En caso contrario, la próxima concentración será de pueblos. Ya estamos viendo que las cabeceras de comarca están acaparando parte de la población que, por motivos diversos, abandona los pueblos.
Hay otra realidad que ya se está poniendo en práctica en zonas como la Maragatería, el Bierzo o Galicia. Son los "bancos de tierras". Mirando la lista de propietarios del actual proyecto de concentración, sorprende la cantidad de fincas con "propietario desconocido" (número de propietario 5500). Ante ese hecho, en las zonas antes citadas, se ha dado paso a buscar una solución para poner en producción todas esas fincas asignándolas a nuevos agricultores. Es de suponer que, al finalizar el actual proyecto de concentración, esas fincas con propietario desconocido sean adjudicadas a las correspondientes Juntas Vecinales para darles alguna salida jurídica. También, ver en la lista de propietarios a personas que han fallecido hace un montón de años, resulta un poco sorprendente e incita a todo tipo de especulaciones.
Otra posibilidad que se abre para los pequeños propietarios, sería formar una cooperativa de propietarios y arrendar conjuntamente sus propiedades. El cooperativismo siempre ha demostrado ser más efectivo que las iniciativas individuales. Juntos tendrían más fuerza.
Es interesante la lectura de la "memoria del proyecto" y observar unas cuantas curiosidades. Minuciosa y detallada, en sus tablas podemos ver que el cultivo del girasol es intenso en nuestras fértiles tierras, aunque lo hubiéramos imaginado mejor en las tierras de secano de otros lugares; o que casi la mitad de la superficie se ha dedicado al cultivo del trigo. Las alubias son las grandes olvidadas, cuando en otros tiempos eran una gran fuente de ingresos. Nuestro ayuntamiento de Santa María de la Isla es el único de los ayuntamientos incluidos en el proyecto de concentración que carece de plan de urbanización. Tal vez, después de la concentración de pueblos, o incluso antes, veamos una concentración de ayuntamientos. Es lógico pensar que, si eres pequeño, no puedes hacer grandes cosas.
También hay que tener en cuenta, aunque sea algo obvio, que el río Tuerto divide en dos a los dos pueblos del ayuntamiento de Santa María de la Isla y a su campo también y que la superficie del campo de la margen derecha del río, al no estar incluida en el sistema de riego del Canal de Villares, no entra en esta concentración. Es decir, nos queda otra concentración sin hacer. Está por ver si, cuando se haga, se incluye el campo de Villarnera, concentrado recientemente, para unificar toda la zona.
A los que ya tenemos una cierta edad nos vienen a la mente recuerdos de la anterior concentración, de los "traumas" que provocaba que nos quitaran las finquitas que nos habían legados nuestros antepasados. Esas finquitas que llenaban parte del tiempo de nuestros padres caminando de unas a otras con el arado y los bueyes, o que te desorientaban cuando, siendo niño, te enviaban a llevar la comida a una finca y el destinatario se había trasladado a otra porque estaba regando en dos a la vez porque el turno de riego lo exigía. Se imponía la norma no escrita de "se come y se duerme cuando se tiene tiempo, no cuando se tiene hambre o sueño". Esos "traumas" no duraron mucho. Una vez que las nuevas fincas fueron "domesticadas" igualando desniveles o enterrando regueros ya innecesarios, se vio inmediatamente la ventaja de la reducción de fincas y el ahorro de tiempo y la comodidad que ello conllevaba. La construcción del canal y la red de acequias, realizada paralelamente, vino a completar la mejora de todo el proceso. Era otra realidad diferente; aunque, vista en la actualidad, resulte insuficiente y requiera una profunda corrección con una nueva concentración y un nuevo sistema de riego. Los tiempos cambian y la tecnología progresa a pasos agigantados. La reducción del número de agricultores es claramente visible y, probablemente, llegará un momento en el que la automatización se imponga, como ya está ocurriendo en otros sectores, y en el campo veamos solo máquinas autónomas y paseantes. Volverán a ser nuevos tiempos, como ya ocurrió anteriormente.
Emiliano López Martínez
(9 de noviembre de 2023)