Revitalizar es reavivar,
volver a dar vida a lo
que está agonizando,
también volver a los
orígenes, a la
autenticidad, dar
sustancia a lo que está
adulterado, practicar
las verdaderas conductas
que dieron esencia a una
entidad, grupo, facción.
Una sociedad se
cohesiona mediante unas
normas que todos sus
miembros cumplen. Cuando
la mayoría de ese
conjunto se desvía de
esa práctica el grupo se
desmorona y desaparece.
Según los antropólogos,
la revitalización es un
proceso de interacción
política y religiosa
entre una casta, clase,
minoría u otro grupo
social necesitado y
subordinado, y un grupo
dominante. Estos
movimientos hacen
hincapié en la adopción
de prácticas culturales
antiguas. Las
revitalización tiene
lugar bajo condiciones
de sufrimiento y
explotación, y acaban
provocando
confrontaciones. El
cristianismo, el islam y
el protestantismo
comenzaron como
movimientos
revitalizadores.
La situación mundial del
momento no deja de ser
de opresión, una minoría
social cada vez más
pudiente y poderosa, es
decir, directivos de
grandes empresas y
multinacionales, líderes
de partidos políticos,
gerentes financieros
acaparan más y más
riqueza. Y son
bendecidos por una élite
religiosa que cobra un
dinero fijo, a cambio de
callar ante las
injusticias y mirar
hacia otro lado. Así
hacían los rabinos
judíos con el poder
romano mientras
explotaban a los
súbditos.
Sí, vivimos un
paralelismo con los
primeros años de nuestra
era. El imperio
norteamericano es el
nuevo imperio romano
(los imperios ruso y
chino difieren en la
forma pero no en el
fondo, es decir un
egoísmo capitalista puro
y duro).
Falta saber cuándo y
dónde surgirá un
grupúsculo revitalizador
que hará frente a esa
clase pudiente
dominadora,
derrochadora,
contaminadora y
opresiva. Tendrán que
reunirse esos
iniciadores en las
nuevas catacumbas,
tendrán que sufrir la
agresión de las nuevas
fieras del circo, pero
resurgirán.
Honorino Joaquín
Martínez Bernardo