TRIPLE CORONA

 

    Por sí solos merecerían varios artículos cada uno. Pero más que buscar bibliografías y contar hechos anecdóticos, quiero expresar las emociones y sentimientos que me sugieren sus modélicas vidas. Los reúno para que, desde su heterogeneidad, completen un bloque consistente para dar testimonio de todos los valores que más precisa hoy la humanidad.

    Si menciono sus nombres oficiales, pocos sabrán de quienes se trata: Mohandas Karanchad, Angelo Giuseppe Roncalli y Agnes Gonscha Bojaschui. Pero si menciono a Gandhi, Juan XXIII y Madre Teresa de Calcuta, la cosa cambia. Y todavía serán más conocidos, si digo sus apelativos: Alma grande (Mahatma, El Papa Bueno y La que cuida de los más pobres de entre los pobres.

    Estas tres admirables personas sabían ponerse en el lugar del otro. No existían para ellos barreras ni por razón de credo, ni de raza, ni de ideología. Solo pretendían ser una célula viva del organismo que es la sociedad humana; célula prescindible, como todas, pero también valiosísima, donde la solidaridad, la generosidad, el altruismo y la fe en la vida eran su permanente bandera.

    Tenían una sensibilidad especialísima en saber tocar la fibra íntima, en ablandar las entretelas de las gentes a las que pedían colaboración en pro de los desvalidos, porque su debilidad eran los débiles, los necesitados. Estos eran su principal guía y razón de ser por encima de leyes y normativas.

    Fueron pioneros, abrieron rutas hacia nuevos campos. Por eso no es de extrañar que, a veces, se vieran solos en la espesura del bosque o en la aridez del desierto, pero eso no les frenó a la hora de luchar. Veían, más que con los ojos, con el corazón. Se sentían atraídos y magnetizados a procurar el bien y la felicidad del colectivo humano.

    Nos mostraron una nueva forma de obrar, de sentir y de creer.

    Su energía perdura en nosotros.

Honorino Joaquín Martínez Bernardo