VAN GOGH

 

Van Gogh, una vida apasionada, una vida apasionante

 

No encuentro ninguna efeméride para hablar del genio del pelo rojo, pero tampoco importa.

 

Antes de encasillar a una persona o formular un estereotipo, hay que conocer su entorno y sus circunstancias sociales, culturales y hasta biológicas.

 

No descubriré nada si digo que recibió una educación rígida y espartana,  en la que, es probable, que tuviese que oir… mira hasta donde llegó tu padre (pastor protestante) o tus tíos (ricos comerciantes).

 

Él no tenía el mínimo egoísmo para tener un negocio. Si vivía con los paupérrimos mineros, lo entregaba todo. Sus pretensiones amorosas eran rechazadas por su temperamento excesivamente apasionado.

 

Solamente le quedó una salida: LA FANTASÍA, y ésta la plasmó en la pintura. Pero su pintura era chocante en colores y en formas, era llameante, ardiente, electromagnética; y, por lo tanto, incomprendida.

 

Su mentalidad no asimilaba que, siendo él tan generoso y entregado en su obrar y en su obra, no fuese recompensado. Solamente su hermano menor, Theo, lo comprendió y lo apoyó.

 

Su vida llegó a un callejón sin salida; pero cuando se habla de un estado mental se hace con parcialidad y simplicidad.

 

Hay que entender una mente como algo que está en función de la suma universal de comportamientos y mentalidades humanas. Si hay mentes “raras” es porque hay mentes normales y viceversa.

 

Una autoeliminación nunca puede ser tachada de cobardía ni de fracaso, en todo caso aparente. Llegó a un callejón sin salida, es cierto, pero es que no tenía respuesta al por qué  recibía tan escasos estímulos positivos en comparación con los negativos.

 

Pero su fin es una acción altruista. Es regalar a los cercanos el espacio vital que él ocupaba; para que los demás se sintieran menos constreñidos.

 

Pero estaba claro que Vincent iba a pertenecer a ese selectísimo grupo de personas que nunca conocerán la admiración ni la gloria. Es de los que nos muestran que hay otras formas de entender la vida; es decir, LA MADRE NATURALEZA.

 

Honorino Joaquín Martínez Bernardo.