Editorial


Ante todo, nuestros mejores deseos para los lectores de La Veiga y nuestros paisanos de Santibáñez. ¡Que este nuevo año, siglo y milenio recién estrenados rebosen de ilusiones y sean el comienzo de una época de resurgimiento de nuestro pueblo! Nuestro trabajo y la participación y colaboración de todos lo harán sin duda posible, como han conseguido los logros que hasta ahora hemos alcanzado.

Estos nuevos tiempos afectan también a nuestra revista. Este número 8 de la Segunda Época que tienes en tus manos será, amigo lector, el último número impreso de La Veiga. De todos es sabido las grandes dificultades que hay que salvar para hacer posible la edición año tras año. Nuestros escasos medios aconsejan buscar un camino con menos obstáculos por el que podamos seguir avanzando. Así que dejaremos el estrecho cauce del papel para navegar por los procelosos mares electrónicos de Internet.

Desde el pasado mes de noviembre, Santibáñez tiene su sitio en la red de redes: www.santibanezdelaisla.com (En las dos últimas páginas reproducimos la información esencial que contiene). Agradecemos públicamente a Emiliano López Martínez, creador y mantenedor de la web, su iniciativa, que nos ofrece un magnífico pasaporte para transitar por el siglo XXI y un excelente soporte para que nuestra revista y nuestro pueblo lleguen hasta el último rincón del mundo. En este sitio tendrá La Veiga su pequeño espacio y allí trasladará el Equipo de Redacción sus reales. No cabe duda de que será un importante cambio formal, pero no tiene por qué afectar sustancialmente a su contenido. Emplazamos, pues, a los lectores a la siguiente cita con La Veiga Digital y, por supuesto, a los colaboradores habituales, que a través del correo electrónico y de las indicaciones que aparecerán en la web, pueden hacer llegar sus escritos a la Redacción virtual de la revista.

Agradecemos también el apoyo de nuestros patrocinadores que durante tanto tiempo han sido firmes valedores de La Veiga y sin cuya ayuda su publicación hubiera sido una gravosa carga para los siempre escasos recursos de la ADC Río Tuerto. De entre ellos, destacamos a la Diputación y a nuestro Ayuntamiento, que nunca nos han fallado. Gracias también a nuestros lectores por el estímulo de su aplauso a nuestros aciertos, por la crítica nunca severa a nuestros fallos, por el guiño de complicidad en su lectura y por ser comprensivos con las carencias que imponen nuestros escasos medios. ¡Ojalá echéis de menos La Veiga el próximo invierno!

Nuestro especial agradecimiento a los que han hecho posible la existencia de nuestra revista con sus escritos, que nos han hecho disfrutar con el regalo de sus textos. A los colaboradores de Santibáñez, siempre fieles; a los foráneos que nos han enriquecido con sus aportaciones y nos han honrado con su amistad; a los niños por la alegría de sus dibujos; a nuestros mayores por el legado de sus recuerdos. Gracias a todos.

Si las fotos de portada y contraportada siempre tuvieron un significado especial, en esta ocasión mucho más. Don Ricardo fue el maestro de nuestra infancia, para muchos de nosotros; a él debemos nuestros primeros pasos por el mundo de la cultura y hasta él llegan las raíces de La Veiga. Sirvan estas líneas, esa foto y el artículo de José Antonio como homenaje, no por tardío menos sincero. La señora Elvira -que pronto cumplirá un siglo- representa la vitalidad de las mujeres y los hombres de nuestra tierra; fortaleza que queremos ver reflejada en el futuro de La Veiga, de la ADC Río Tuerto y de Santibáñez.

Durante muchos años, La Veiga ha sido la revista de Santibáñez. Nació con la decidida vocación de ser la revista de todos y para todos los habitantes del pueblo y en la diáspora; así ha sido. En junio de 1975 vio la luz. De pequeñita se llamó La Yorba y después Empuje de Santibáñez; en 1983, ya crecidita, le llamamos La Veiga. Cuando pases su última página, habrás pasado también una página de nuestra historia, de nuestra pequeña historia. Se abre una nueva época.

Sin duda es éste un buen momento para la reflexión y el balance de estos 25 años de actividad periodística. Pero no queremos ser nosotros los que hagamos una valoración o juzguemos el interés de estas ya más de 1000 páginas, sino que te corresponde a ti, amigo lector, el considerarlo.

Por nuestra parte, no queremos que estas palabras suenen a despedida; no es un adiós, sino un hasta la vista.

¡Que disfrutéis de la lectura de La Veiga y hasta el próximo número digital! Nos vemos en Santibáñez de Internet. ¡Salud!