Lo que se sabía hace 50 años de las enfermedades y plagas de la patata
Por Augusto López Toral
Para que los actuales agricultores puedan darse una idea de los avances que han podido producirse en el cuidado y cultivo de la patata, en las líneas siguientes se hace un extracto de lo que se sabía hace cincuenta años sobre las enfermedades y plagas de la patata y sus tratamientos.
De todos los insectos que atacaban, en aquella época a los patatares, como eran los "gusanos de alambre", "doradillas", "gusanos blancos", "polillas de la patata", "oruga" o "gardama", "pulguillas", etc., la plaga más importante era la del escarabajo americano", introducido en Europa hacia el año 1920 y que penetró en España por el Pirineo catalán en el verano de 1935. A pesar de las enérgicas medidas adoptadas para contener o retrasar su dispersión en España, las desfavorables circunstancias de los años 30, dieron lugar a nuevas invasiones a todo lo largo de la frontera francesa, desde Guipúzcoa y Navarra hasta Lérida y Gerona, así como a la propagación de los focos existentes.
Invadida la mayor parte de la península, se logra, sin embargo, gracias a los esfuerzos realizados por los Servicios del Ministerio de Agricultura, que la plaga sea dominada sin mema apreciable de la producción patatera, al experimentar y darse a conocer medios de lucha eficaces y prácticos, habiendo pasado a ser los tratamientos contra el escarabajo una práctica general y obligada de este cultivo.
El escarabajo, o insecto adulto, mide un centímetro, y es de forma ovalada, con 10 rayas longitudinales negras, separadas por otras amarillas. La larva es un gordo gusano, de color rojo, con dos líneas de puntos negros a ambos lados del cuerpo. Los huevos, de color amarillo, se encuentran en grupos de 20 a 60, en el envés de las hojas; cada hembra pone de 400 a 600, llegando en algunos casos al millar.
Los escarabajos pasan el invierno enterrados y, al llegar la primavera, despiertan de su letargo y van a los patatares.
Machos y hembras se acoplan, realizando luego éstas la puesta de huevecillos. Al cabo de una semana de buen tiempo nacen las larvas y en una quincena alcanzan su tamaño definitivo; entonces se dejan caer al suelo, donde hacen la metamorfosis. El desarrollo total desde la puesta hasta la salida del insecto perfecto dura, aproximadamente un mes.
A lo largo del verano se suceden dos generaciones y, en circunstancias de clima favorable, una tercera. Al cabo de estas dos generaciones, la descendencia anual de una hembra invernante es de varios millares de insectos, lo que explica los daños que produce la plaga si no se combate, al devorar las hojas, llegando a destruir totalmente el patatar, con pérdida total de la cosecha, o del 70% en el mejor de los casos.
Además de la patata, el escarabajo puede atacar a berenjenas y, en algunos casos, al tomate.
En estas comarcas o zonas de clima relativamente frío, la aparición de los insectos invernantes suele producirse hacia el mes de junio y las dos generaciones indicadas se completan durante el verano.
La recogida en primavera de los adultos invernantes resulta (resultaba hace 50 años) muy recomendable, pero no excusaba la aplicación de la lucha directa que se hacía por pulverización o espolvoreo.
Como insecticida se aplicaba el arseniato de plomo a la dosis de 750 gramos por 100 litros, o al uno por ciento si la riqueza era del 20%.
Muy eficaces eran los preparados a base de DDT, aplicándose al 1 por ciento los de riqueza 5-6 por ciento de DDT, y al 0,25 por 100 los preparados con el 20-25 por 100 de principio activo.
Se recomendaba no usar insecticidas a base de HCH o de 666 pues comunican mal sabor a los tubérculos, aunque este defecto no lo tenían los buenos preparados de lindano.
En la generalidad de las comarcas españolas se consideraban suficientes dos tratamientos contra el escarabajo: el primero cuando han nacido las larvas de la primera generación y el otro al aparecer las larvas o gusanos de la segunda.
El gasto de líquido, en pulverización de patatas bien desarrolladas,
oscilaba entre 800 y 1,2 litros por hectárea. Con la maquinaria y medios
disponibles en la época que nos ocupa, podemos decir que empleando un
carro pulverizador con depósito de 300 litros y equipado con 12 boquillas
y arrastrado por una caballería, se cubre una anchura de cuatro-cinco
metros y pueden (podían) tratarse unas cinco hectáreas por jornada
de ocho horas. Con pulverizador de palanca y matas de 30 centímetros,
podían pulverizarse 25-30 áreas en jornadas de ocho horas, con
un consumo de 0,07-0,08 litros por
planta, es decir, 840-1.200 litros por hectárea con 14.000 matas.
Otra de las enfermedades que ya hace 50 años atacaba a la patata era el "mildiu" o "atabacado". Las primeras infecciones suelen pasar inadvertidas, no manifestándose la enfermedad de un modo ostensible hasta los meses de julio o agosto.
Las hojas atacadas presentan en el haz o cara superior manchas que son primero amarillentas y después de color tabaco. Estas manchas se van extendiendo desde el borde de las hojas hacia el interior; en el envés puede observarse con una lupa un ligerísimo bello blanquecino formado por los microscópicos filamentos que sostienen los gérmenes del parásito. Las hojas más bajas son las primeras atacadas.
Las manchas del "mildiu" se distinguen sin dificultad de las del "negrón" o "marchitez temprana", que es otra enfermedad bastante frecuente en las patatas. Las del "negrón" son manchas de color pardo rojizo con reborde amarillento y presentan zonas concéntricas muy características.
Tampoco pueden confundirse las hojas enfermas de "mildiu" o "negrón" con las atacadas por la "arañuela", que ofrecen el aspecto de hojas secas. Con ayuda de una lente es fácil encontrar en la cara inferior o envés, las distintas arañuelas, que tienen ocho patas y los hilos finísimos que les sirven de protección.
Para prevenir el desarrollo de estas enfermedades en las patatas, hace 50 años eran empleadas y daban buen resultado las pulverizaciones con caldo bordelés u otros preparados cúpricos, y los tratamientos líquidos eran más eficaces y de superior resultado que las pulverizaciones.
Algunas otras enfermedades de la patata: ya hace cincuenta años, además del escarabajo, mildiu, negrón y las que hemos mencionado anteriormente, eran conocidas algunas otras enfermedades de causas menos aparentes, pero que originaban grandes pérdidas y que, en principio, se atribuían a la "degeneración" de la simiente. En realidad se trataba de enfermedades debidas a virus que se transmitían por los tubérculos de plantas enfermas y también de unas plantas a otras por las picaduras de pulgones y otros insectos chupadores.
Estas "virosis" de la patata se manifestaban, según los casos, por "arrollamiento" de las hojas, arrugamiento y "rizadura" de éstas, manchas amarillentas ("mosaico"), falta de desarrollo ("arrepollado") de las matas, etc.
Aparte del cambio de simiente, se combatían las enfermedades degenerativas o virosis de la patata, eliminando por arranque las matas en que se observaban síntomas de enfermedad.
Pero además de todas estas enfermedades que afectaban a los tubérculos, podemos reseñar otras, como la "arañuela? y la "roña" o "sarna común". Las patatas atacadas por la "viruela" presentan pequeñas costras superficiales de color castaño oscuro. Era una enfermedad relativamente frecuente.
Bastante extendida por toda España estaba la "roña" o "sarna común", sobre todo en los terrenos calizos y húmedos. La piel de los tubérculos atacados presenta pústulas corchosas. No es una enfermedad grave, pero las patatas afectadas ofrecen mal aspecto.
Y, finalmente, hagamos referencia a la "seca o arañuela de la
patata". Plaga frecuente en los terrenos secos, no sólo a la patata
sino que incluso atacaba a las judías y otras plantas de huerta. Las
hojas de las plantas se marchitan y se secan, mostrando en el envés una
fina telaraña. Si se observan con una lente se aprecian y ven unos pequeños
ácaros (arañas), casi imperceptibles, que son la causa de la enfermedad.
Los adultos miden medio milímetro, siendo algo mayores las hembras. Su
color es amarillo verdoso, con dos manchas oscuras en el dorso, una a cada lado.
Se alimentan chupando los jugos de las
hojas que, cuando las picaduras son numerosas, se secan y abarquillan.
Para contener los estragos de estas enfermedades, hace 50 años, se acudía a los tratamientos a base de azufrados. Era importante combatir la enfermedad en cuanto se advertía su presencia para contener su multiplicación y evitar los daños que, si se acudía tarde, eran irremediables.
Y hasta aquí unas breves notas sobre las plagas y enfermedades de la patata a las que ya tenían que hacer frente los agricultores hace 50 años. Como puede verse, ya entonces eran numerosas las enfermedades y plagas de la patata. Prácticamente serán las mismas que tengan que reconocer los actuales agricultores. Lo que ya no es lo mismo son los medios y sistemas de combatirlas, pues actualmente se dispone de productos eficaces y maquinaria adecuada para su distribución, medios con los que no contaban los agricultores de hace 50 años.