Por Sonia Vital Fernández
De todos es sabido el papel que ha realizado siempre la mujer en la sociedad; siempre ha estado relegada a un segundo término, oculta tras la figura del hombre. Pues bien, este papel lo ha venido realizando ya desde la Prehistoria. Se da como punto de partida el hecho de que el hombre haya tenido ya desde sus orígenes una mayor facilidad para ubicarse y la mujer, en cambio, haya tenido más facilidad verbal o de expresión. Esto se debe a que el hombre, ya desde el Paleolítico, en las comunidades de cazadores recolectores, es decir, cuando el ser humano, aun no asentado en la tierra, vivía de o que le daba la naturaleza: frutos silvestres, pescado y carne de la caza, y se dedicaba precisamente a las grandes cacerías, para lo que es indispensable una gran fuerza física que no posee la mujer y ésta se dedica a la cría de los hijos; de ahí que tenga una mayor facilidad de expresión y de relación (estadísticamente hablando). Aunque, la subordinación de la mujer empieza a ser más evidente en el Neolítico, cuando el ser humano deja de vagar por las tierras en busca de alimento y se establece, ya definitivamente, en un lugar donde empezará a trabajar para proveerse él mismo de lo necesario para vivir; es en este momento, cuando surge una necesidad de administración en la comunidad y, por tanto, de una política que la organice. Y ahí será cuando la mujer se verá apartada de la vida social. No hay ningún ejemplo documentado que demuestre que alguna vez haya existido una sociedad matriarcal (donde el poder lo ocupe la mujer), tan sólo sociedades matrilineales (donde es la mujer quien regula la descendencia a través del linaje, por decirlo de otra manera, se seguiría el "apellido" de la mujer y no el del hombre). Un ejemplo de este último tipo de sociedad lo tenemos muy próximo a nosotros: serían los pueblos del norte de la Península Ibérica, como los astures, que iniciarán, en los siglos IX-X, la Reconquista del sur de la Península en manos de los musulmanes y que conquistarán León, que será capital del reino asturleonés posteriormente. Pues bien, estos pueblos, en sus orígenes, disponían de una organización tribal en base a una regulación de la descendencia a través de la mujer.
En cierta forma, se ha dicho que esta subordinación de la mujer vendría dada por una "inferioridad" respecto al hombre: hay una notable diferencia de fuerza física de la mujer por la menor masa muscular en relación con el hombre, pero además, esta "inferioridad" está vinculada al hecho de que es la mujer quien realiza la función de la reproducción y esto supone que en los períodos de embarazo la mujer queda apartada de otras ocupaciones. Como consecuencia de todo esto, los trabajos más duros han sido asumidos desde antaño por el hombre.
Pero, con el asentamiento de los humanos en la tierra, también llega la necesidad de la defensa de sus bienes y, en consecuencia, llegan las primeras guerras. Será el hombre quien garantice la protección y la defensa y, por tanto, él pasará a ocupar un lugar en los ejércitos. Así, la mujer optará por educar a sus hijos, varones, para la guerra. Por último, muchas sociedades han ejercido un control sobre el crecimiento de la población con el objetivo de no sobreexplotar los recursos de los cuales disponían. Esto se ha logrado con métodos anticonceptivos: sobre todo el infanticidio femenino, por el cual, si había menos mujeres en una comunidad, disminuían muchísimo las probabilidades de aumentar la población. Esto explica la preferencia por los varones en muchas sociedades.
Así, y con estos antecedentes, llegamos a una subordinación rotunda de la mujer tras la figura del hombre.
Pero a partir de la Revolución Industrial (siglos XVIII-XIX) y con el avance de la tecnología, gran parte del trabajo se hace con máquinas; tras este avance en la tecnología, las guerras ya no dependerán tampoco del esfuerzo humano (ya que ahora simplemente con apretar un botón se puede ¡aniquilar a un país entero!); y, por último, hoy existen sistemas anticonceptivos muy variados y eficaces. Entonces, ¿por qué continua habiendo una subordinación de la mujer? Desde los inicios de la Revolución Industrial se inician los movimientos feministas; lo que sucede es que hay que valorar el progreso social de la mujer actual desde una perspectiva histórica para observar que realmente la situación de la mujer ha cambiado mucho, aunque hay que tener en cuenta que los cambios no se producen de forma rápida en la ideología dominante de la sociedad: básicamente machista.
Para acabar, constatar que el machismo se produjo como una dominación porque parte de un patriarcado, en el cual sólo el hombre accede al poder; el feminismo, en contraposición, surge como forma de liberación de la subordinación al hombre. Ha habido pues, un avance de la situación de la mujer. De otra forma y en otros tiempos, yo no podría haber accedido a la formación académica que tengo, no podría estar escribiendo hoy estas líneas, hablar del contenido de este artículo y, mucho menos, difundirlo a través de esta revista.