Salmos de la Meseta

Por Ángel Barja

El sol se va poniendo por detrás del Teleno;
La Maragatería recoge sus colinas

Por todos los caminos se oyen antiguos cantos;
no se sabe si son arrieros o romeros.

Es todo soledad cuando baja la noche;
por Val de San Lorenzo retornan los rebaños.

Las flautas de Luyego suenan en las barandas;
en las barandas cuelgan las flores del poniente.

En Castrillo los prados se acosan de pizarras;
por entre las pizarras se desliza el ocaso.

Hacia la Cruz de Fierro sube, lenta, la tarde;
la tarde, monte arriba, rezuma su fatiga.

Más allá del Teleno, Bérgidum se adivina;
los siglos ya pasados duermen entre las urces.

Más allá del Teleno, se adivina Compludo;
las aguas van llevando canciones de martillo.

Debajo del Teleno corren, frías, las aguas;
una altiva tristeza vaga por las laderas.

El silencio se rompe como un cántaro inmenso;
por un instante el monte se llena de tambores.

Los bisontes del trueno corren por la hondonada;
sus cascos infinitos retumban en las rocas.

Extraños artefactos han llegado de pronto;
las flores y las aves quedan mudas de espanto.

Los husos y las ruecas se prenden en los dedos;
la lana se congrega cuando viene la noche.

La Maragatería es un cuenco de sueños;
en sus pequeños valles descansa la Vía Láctea.